sábado, 4 de abril de 2020

Segunda confesión


SEGUNDA CONFESIÓN

El martes 31 de marzo de 2020, en plena cuarentena por el coronavirus, estaba con mucha ansiedad. Tenía muchas ganas de hablar con mi mujer sobre lo que rondaba por mi cabeza. Hacía mucho tiempo que no hablaba con mi mujer sobre mi condición de género. Tenía mucha ansiedad por el deseo que tenía de hablar de esto con ella porque tenía que hacerle una nueva confesión.
Mi mujer me ha aceptado (hasta cierto punto) como feminófilo pero, a pesar de que me suelo vestir con muchas prendas femeninas como bragas, camisetas, leggins, pendientes, etc, no termina de aceptar del todo que me vista completamente de mujer, que me ponga un vestido, una falda, zapatos de tacón, etc. 
Cuando llegó la noche, antes de ir a la cama, le dije que teníamos que hablar. Nos sentamos en el sofá, respiré profundamente, y le empecé a hablar.
Le confesé que ser feminófilo, para mí, significaba más que simplemente el gusto por vestir ropa de mujer. Le dije que ella misma habría notado que cuando íbamos a Primark yo me dirigía directamente a la sección de ropa femenina y nunca a la de hombre. Ella me dijo que sí que lo había notado. Entonces le comenté que eso era porque dentro de mí no existe un concepto de masculino y femenino, sino solo femenino. Le dije que cuando hablo con mujeres me siento cómodo y dentro de su mundo y que cuando hablo con hombres soy escueto y me siento incómodo. 
Entonces le confesé que, aunque genéticamente soy un hombre, me gustaría que entendiera mi verdadera condición de género. Que una cosa es el sexo y otra el género.
Entonces me preguntó que qué era yo entonces.
"De eso te quería hablar", le dije
Unas horas antes, en el canal de TV de National Geografic habíamos estado viendo un documental que trataba sobre "el tercer sexo" y personas (hombres) que habían tomado la decisión de hacer la transición de cambio de sexo después de muchos años casados con mujeres. Ese programa le llamó mucho la atención a mi mujer y estuvimos hablando un rato sobre eso. En el programa también se habló de los Fa'afafines de Samoa, que son hombres que se identifican con el género femenino, y desde pequeños son criados como mujeres. Esto la llamó más la atención e incluso estuvo buscando información en Google y me estuvo haciendo preguntas.
Como ya estaba contando le dije a mi mujer que yo no quería hacer la transición y que por eso podía estar tranquila. Pero primero la pregunté si ella estaba de acuerdo y entendía lo relativo a la “diversidad sexual”. (Digo esto porque donde ella trabaja y estudia presentó un video titulado ¿QUÉ ES LA DIVERSIDAD SEXUAL? EXPLICACIÓN FÁCIL muy convencida y defendió la diversidad sexual). Mi mujer me dijo que lo entendía y que lo respetaba. Pero yo le dije que conmigo no lo veía tan claro, y reconoció que aún le costaba.
Entonces le dije que yo era genéticamente un hombre pero que mi mente me identificaba como mujer. Por esa razón siempre me desvío hacia todo lo femenino: me pongo siempre pendientes muy femeninos, cuando vamos de compras siempre voy a la ropa femenina, nunca a la masculina y siempre me compro alguna cosa, unas braguitas, un camisón, una camiseta, etc. Le dije que quiero perder peso para poder ponerme ropa femenina como un vestido (me gustan los de corte imperio), como faldas, un sujetador con rellenos de silicona y una peluca bonita. Ella lo comprende y en cierto sentido me apoya. Pero le dije que el hecho de perder peso, aparte de mejorar mi salud, es para poder lucir toda esa ropa bonita de manera elegante.
Mi mujer me ha visto vestido de mujer, pero nunca entendió que el hecho de vestir de mujer era porque quiera ser una mujer y me identifique tan abiertamente como se lo he dado a entender ahora. Le dije que el hecho de tener genitales masculinos no me hacía hombre porque mentalmente no me identifico como tal. Soy una mujer porque es lo que siento, es lo que quiero, es como quiero comportarme, es como me gusta vestir (aunque muchas veces no tenga más remedio que vestir como hombre, sobre todo cuando salgo a la calle, recibo visitas o veo a la familia).
No vi muy convencida a mi mujer y mucho me temo que tendré que seguir luchando para que lo entienda y lo acepte.